Ejemplos de fondos artificiales. Solo hay que encuadrar una zona, desenfocarla y observar si nos gusta el resultado.
Posteriormente imprimimos la imagen en un soporte que permita enrollarla y que a la vez sea duradero.
Dentro de las opciones vistas anteriormente, la más popular es la de utilizar un fondo artificial. Básicamente consiste en imprimir imágenes, normalmente desenfocadas, de diferentes paisajes con distintas tonalidades. También es frecuente la utilización de fondos blancos para realzar la figura del sujeto fotografiado y añadir a la imagen un toque más artístico.
Posiblemente esta opción sea la más sencilla, y nos permitirá tener un control total de la fotografía. Deberemos estar pendientes de que la luz ambiente no nos afecte en ningún momento y que la única luz que llega tanto al sujeto como al fondo sea la luz de nuestros flashes. Hay que tener en cuenta que los fondos hay que mantenerlos bien tensos, sin arrugas, y hay que colocar el flash (o los flashes) que los iluminan de manera que no produzcan reflejos en la fotografía. Como veremos más adelante, es muy importante que todos los flashes tengan seleccionada la misma potencia. Lo ideal además es que sean del mismo modelo y disparados todos de la misma forma (por cable, via radio...)
Esta técnica tiene tanto partidarios como detractores que consideran que añadir elementos artificiales a la fotografía resta autenticidad a la misma.
Fotografía bien ejecutada, sin sombras ni halos extraños.
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